La estrategia marca la diferencia. En un mundo lleno de opciones superfluas, de marcas irrelevantes que no aportan nada a un consumidor mayoritario al que no le importaría que desaparecieran, la estrategia de marca es el punto de partida para que la empresa ofrezca algo diferente, único y atractivo para el comprador.

Hoy como ayer, estrategia es sentido común, pensar donde estamos, a donde queremos llegar y como. Tener un foco. Pensar antes de actuar. Todas las empresas han tenido o tienen estrategias. La diferencia estriba en si son racionales y programadas o por el contrario no responden a un planteamiento sensato.

Sin embargo, la estrategia es algo característico a toda actividad y, mientras la estrategia de empresa se centra fundamentalmente en lograr el beneficio económico y responder a las preguntas: qué es nuestro negocio y qué debería ser; la estrategia de marca, determina la propia razón de ser, la esencia, las cualidades que hacen a la marca distinta y singular en un espacio concreto o intangible, que determina el posicionamiento competitivo y de comunicación de la organización.

En este momento, la relación marca – cliente ha cambiado y el desafío principal de la empresa ha pasado de la autopreservación y de vender productos o servicios a mantener relaciones con las y los clientes.

Ahora como nunca antes, para competir las marcas han de construir relaciones más cercanas y personales y, tener la capacidad para ponerse en el lugar del otro y saber lo que siente o incluso lo que puede estar pensando (es decir, empatía) y combinar la inteligencia, lo emocional, la experiencia y la acción para lograr los objetivos de negocio en condiciones más favorables.