La gente dice que “el tiempo lo cambia todo”, pero no es verdad. Hacer cosas cambia las cosas. No hacer nada deja las cosas como están.

El mundo está cambiando tan deprisa, que, si quieres progresar, debes tener el deseo intenso y vehemente de conseguir lo que ambicionas, de superar los límites, pensar en grande y no me refiero solo a un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…, como decía Groucho Marx.

Personalmente considero que “pensar en grande” es una actitud, una forma de vivir, imponerse a las presiones de la vida cotidiana y transformar una realidad ordinaria en una nueva oportunidad siempre.

Ahora, que la Covid-19 sigue siendo un motor importante para la transformación digital en todo el mundo y que las personas (trabajadores, clientes y otros grupos de interés) con sus necesidades, motivaciones y frenos, son el centro de la estrategia de crecimiento, las empresas están en una situación similar, lo cual es una ocasión excepcionalmente buena desde el punto de vista del branding.

Cualquier negocio pequeño, mediano y grande necesita un nombre que le permita ser identificado, definir su razón de ser y el valor que aporta a sus públicos, porque sin valores no hay futuro. Y los valores no se dicen, se viven. Uno no dice “soy honrado”, Hay que ser fiable, inspirar confianza o seguridad.

Todas las empresas, necesitan un discurso congruente y relevante. Saber qué sienten y qué necesitan los clientes para ponerlo a su disposición y ser responsables de lograr un mundo mejor.

No hay marcha atrás, las personas de hoy esperan que las marcas estén alineadas con sus valores, que se impliquen en realidad con estos y que los apoyen con el mismo ímpetu con que defienden sus ventas.

Según el informe Impacto Covid-19 y Consumo Consciente sobre las tendencias y evolución del consumo responsable, el porcentaje de ciudadanos dispuesto a pagar más por productos más sostenibles aumenta hasta alcanzar el 76 %, el 84 % admira a las personas que consumen con conciencia y para el 87 % es más importante lo que las marcas hacen que lo que dicen.

Aquí es donde el branding tiene mucho que aportar, porque se centra en construir relaciones estables, constantes y además, obtener ventas a corto. Solo así se construye una marca con visión, perdurable y fuerte.

La marca es y comunica la esencia de lo que representas: el alma, el carácter, la descripción de la personalidad. Una marca es una promesa de valor para los públicos internos y audiencias externas.

La marca es un símbolo. Una conexión emocional. La percepción de la identidad. Un reflejo de valores y habilidades. Una marca, no es lo que dices, es lo que los demás dicen de ti. La confianza en la marca no se regala, se gana.

Más allá de su tamaño, todas las empresas están obligadas a dirigir sus esfuerzos a construir relaciones positivas y personalizadas. A crear experiencias únicas y generar lealtad a la marca.

El branding hace visible la unión entre personas, orgullo y el sentido de pertenencia a una tribu, tanto para las audiencias internas, porque facilita la entrada, emisión, aprobación y asimilación de los valores y pautas de gestión que acompañan el desarrollo organizacional, como para los distintos tipos de clientes externos.

En esta nueva era, el branding es la diferencia fundamental entre ser reconocido o pasar desapercibido. Por eso, muchas empresas están ocupadas en el proceso de construir una marca para que su presencia se note y su ausencia se aprecie.

Las marcas necesitan ser innovadoras, mirar dónde otros han mirado, ver lo que otros no han visto y hacer lo que los competidores no hacen para tener una mayor relevancia, diferenciación, consistencia, presencia, conocimiento y comprensión de los clientes.

Las empresas con una orientación a marca logran un 40% más de rentabilidad y el doble de facturación que las que no lo tienen, según el estudio Orientación a marca y desempeño empresarial, desarrollado por el Foro de Marcas Renombradas Españolas y Summa Branding, con el apoyo de la Oficina Española de Patentes y Marcas y la colaboración de Iberinform.

Además, las empresas antedichas, tienen trabajadores cuatro veces más productivos, una longevidad de negocio un 27% mayor y un crecimiento a medio plazo un 43% mayor.

Por qué invertir en la marca

Conseguir preferencia a través de su personalidad, relevancia con respecto a la competencia y hacer que el producto y servicio sea memorable, único e inimitable.

Construir confianza y conciencia. Las marcas son sinónimo de calidad. Aumentan la demanda, el compromiso, ayudan a desarrollar el negocio e impulsan la innovación y la capacidad de reinvención.

El branding determina la propia razón de ser, la esencia, las cualidades que hacen a la marca distinta y singular, determina el posicionamiento competitivo y de comunicación de la organización.

La percepción de la marca o el conocimiento de la empresa, que tiene un potencial empleado, es clave en la toma de decisiones y afecta directamente a la capacidad de atraer o retener el mejor talento.

En los tiempos que vivimos, todos hemos tenido que hacer algún cambio gradual, no sólo para ajustarnos a la nueva situación, sino también para estimular nuestra actividad hacia adelante.

Hoy más que ayer, las marcas se reimaginan, transforman y reinventan su esencia para ser mejores y hacer crecer a las marcas y sus negocios.

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